martes, 22 de diciembre de 2015

EL GRAN PACTO

Comienzo este post como llevo haciendo en otras ocasiones, con una perogrullada.
Una opinión, siempre que sea argumentada, es COMO POCO, tan válida y respetable como cualquier otra.
Por lo tanto, si en mi opinión,un gobierno presidido o condicionado por Pablo Iglesias y Podemos será lo peor que le ha pasado a este país en los últimos 100 años, pues lo digo.
Lo triste es que, lo aparentemente obvio para cualquiera que tenga un mínimo de sentido común y respeto por el prójimo, no lo sea para un sector de la población cada vez más grande.

En mi anterior post, estuvimos hablando de pactos. Los pactos que saldrían derivados de los datos arrojados por las encuestas previas a las elecciones.
Pues bien, las encuestas esta vez patinaron.
Cierto es que los resultados del Partido Popular los clavaron. Que la caída libre del Psoe, también.
Pero donde patinaron estrepitosamente fue con los resultados de los dos emergentes, dando al global de la encuesta un sentido completamente diferente de lo que ha resultado ser la realidad. La cruda realidad.

Los resultados finales de la fiesta de la democracia nos han dejado el escenario que en el anterior post  proponía como el más probable.
El desgobierno.

Pero en uno de esos momentos de positivismo que me suelen dar (cada vez más espaciados en el tiempo) me dio por ver el vaso medio lleno.
Me dio por pensar que cuando una puerta se cierra, indefectiblemente otra se abre.
Pensé en EL GRAN PACTO.

En 1975, la muerte del dictador, obligó a un esfuerzo titánico por parte de todos los actores políticos y sociales, para encontrar una estabilidad política que no perpetuara el régimen totalitario y militar que había regido los designios del país.
Hoy, desde la comodidad del sofá, y la protección que nos ofrecen las pocas pulgadas de la pantalla del móvil, nos cuesta entender la dimensión del problema que teníamos en el 75, y sobre todo, la generosidad de todas las partes que participaron en la Transición.
Y cuando digo todas, quiero decir TODAS.

Es completamente acertado darle al Partido Comunista sus justos méritos al aceptar la Corona y la Bandera, y pasar página después de 40 años de persecución.Méritos, en mi opinión, poco ponderados hoy.
Partidos políticos de nuevo cuño,y no tan nuevos, también hicieron su labor.
Todo reconocimiento que se dé, y creo que en justicia se da, a la figura icónica de Adolfo Suárez, será poco.

Pero en esta orgía de enaltecimiento, siempre se nos olvida una parte.
La parte que fue la causante de mucho dolor, represión, censura y, en definitiva, Todo lo malo que representó la dictadura de Francisco Franco.
No es mi intención equiparar méritos y sacrificios, mis valores morales no me lo permiten, pero tampoco me ciegan.
Por mucho que nos joda, todo el aparato opresor y el ejército, también fueron fundamentales a la hora de conseguir una transición política, que hoy, se muestra como ejemplo en las mejores universidades del mundo.
Para mí, desde ese lado también se demostró generosidad y altura de miras. Ya que no debemos olvidar que, en aquel momento, ostentaban el poder absoluto, y podrían haber continuado el régimen.
A veces me pregunto quién los hubiera plantado cara.
¿Los comunistas? ¿El Psoe?... permitidme que lo dude.



20 años después,en 1995, y ante el desplome del sistema de pensiones, se produjeron los Pactos de Toledo.
Dos personas antagónicas. Dos personas que se despreciaban, que se odiaban profundamente. Dos personas con un ego capaz de tapar el agujero de ozono.
Felipe y José Mari.
Fueron capaces de, ante un problema de magnitudes que hoy no somos capaces de calibrar, sentarse con todas las demás fuerzas políticas. Y llegar a un acuerdo que engloba las áreas donde más diferencias pueden albergar sus políticas, economía y política social.
¿se acuerda alguien hoy, a instancias de quién se convocó el pacto?
¿quién cedió más? ¿tuvo coste político para alguno de los firmantes?
Lo que todo el mundo recuerda, o bien disfruta, son los resultados del trabajo bien hecho.



Hoy, quizá casualidad, pero otros 20 años después, volvemos a atravesar una gran crisis.
Crisis social, política y económica.
Un país claramente dividido, donde las dos Españas mediáticas se parapetan cada vez más en sus trincheras.
Y en medio la ciudadanía. En tierra de nadie, aunque nos envolvamos en alguna de sus banderas.

Una ciudadanía que sabe perfectamente que este país necesita más diálogo y menos confrontación.
Una ciudadanía que no quiere una justicia politizada, donde, según el color político de quien gobierne, desprendan un olor u otro las sentencias.
Una ciudadanía que ve como sus hijos naufragan en un sistema educativo cortoplacista, y que pende del fino hilo de las urnas.
Una ciudadanía que se ha dado cuenta, por fin, que se han preocupado más en gobernar para salvaguardar los intereses de partido, que realmente por el bien común.
Una ciudadanía que, en definitiva, ha castigado duramente a los dos partidos mayoritarios, hasta el punto de arriesgar la estabilidad del país dando entrada a un partido comunista radical.( y si seguimos así, poco tardará en aparecer la extrema derecha)

Una ciudadanía que, harta de tanto ladrón y tanto sinvergüenza, y quizás sin querer, les ha mostrado el camino.

Pitágoras siempre me pareció un cachondo( era ver una ecuación y echarme a reír). Y su último chiste lo ha contado en forma de resultados electorales.
Unos resultados que convierten todas las combinaciones en malos augurios para los partidos, y por tanto, para nosotros.
Todas menos una.

EL GRAN PACTO

Una gran coalición, a la que, con un poquito de la generosidad derrochada en el 75,y otro poquito de la valentía y la altura política del 95, no le veo más que bondades.

Una reforma estructural de la justicia que permitiera despolitizarla, conllevaría una independencia judicial, que es básica para el funcionamiento eficiente del Estado. Unos jueces libres para perseguir, juzgar y condenar a los corruptos de cualquier ámbito, sin miedo a perder sus carreras.

Una ley educativa a largo plazo donde sea posible preparar a nuestro valor más preciado, los jóvenes, para afrontar los cada vez más complicados retos a los que se van a enfrentar. Que les enseñen en vez de adoctrinarles.

Una nueva ley electoral que no permita ninguna dictadura territorial.

En definitiva, toda la batería de reformas que está exigiendo la ciudadanía hace mucho tiempo.
Todos esos problemas que, por cachabas, sólo pueden arreglar entre todos.
Y en los cuales, sus posturas no están tan alejadas.

Bien vendido de cara a la opinión pública, con humildad y verdad, y con un escrupuloso y medido ejercicio de colocación de medallas...
¿Alguien me quiere convencer a mí, que en el caso de realizar tal hazaña, puede salir perjudicado algún partido de los grandes?

Que me expliquen a mí, a quien le van a quedar ganas de votar a Podemos, si mi relato de ciencia ficción se convierte en realidad.



De sobra sé que pedirle sinceridad, generosidad y valentía a un político en 2015 suena un poco a predicar en el desierto.
Pero no pierdo el ánimo.
Y creo que si esta idea cuajara en la ciudadanía, dando de lado las ideologías de cada cual, quizás, y sólo quizás, el mensaje podría llegar a calar.

Desde aquí os animo a que, si pensáis como yo, no calléis.
Gritad que este cambio, el verdadero cambio, es posible.
Exijamos que no se escondan detrás de los escaños que les hemos PRESTADO.
Que sepan que, para llevar a cabo esta titánica tarea, tendrán de su lado al pueblo.


2 comentarios:

  1. Buena reflexión como siempre. Sólo tres pequeños apuntes:

    -Tengo la teoría que el factor más importante para la ejemplar Transición no fue la voluntad política sino la existencia de una clase media apolítica que surgió a partir de la tecnocracia del Plan de Estabilización del 59, después del aciago socialismo azul de la Falange. Esta potente clase media que sólo quería "la fiesta en paz" redujo las tensiones sociales.

    -El sistema de reparto de pensiones está en constante quiebra y es un timo piramidal por el que gente como Madoff está en la cárcel. La solución sería un sistema de capitalización privada o un sistema mixta como Suecia o Dinamarca (pensiones privadas + pensiones no contributivas financiadas vía PGE)

    -¿Qué leches pasa en Cataluña? ¿Me lo puedes explicar?. Puedo entender la deriva independentista pero no la populista. No sé si habrá otra región en Europa en que la extrema izquierda tenga tanta fuerza.
    Yo por cierto, abogo por la eliminación de las CCAA, de las diputaciones y por una segunda descentralización hacia los municipios que son las entidades territoriales naturales y físicas. Como esto es un imposible, mi segunda opción sería un federalismo simétrico y la tercera la independencia de Cataluña en buenos términos(libertad de circulación de personas, mercancías, servicios y capitales).

    -Por último, si España fuese un país normal habría una gran coalición entre PP, PSOE y Ciudadanos, pero yo me voy haciendo a la idea de un panorama similar a Grecia. Los alemanes se estarán tirando de los pelos pensando por qué no dejaron quebrar a este país.

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  2. Ya empezaba a echar de menos tus puntadas.
    Muy de acuerdo con el tema de las CCAA.Y referente a Cataluña, alguien me dijo hace unos días que la histórica clase media catalana, aquella burguesía liberal, está desapareciendo en detrimento de una amalgama de jóvenes desencantados, y cebados en años de bombardeo mediático.
    No sé si iría bien encaminado, pero te aseguro, que cuando yo andaba por allí, hace ya más de 20 años, no era así.
    Gracias como siempre por leerme. Un saludo

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