miércoles, 30 de septiembre de 2015

LOS TOROS

 A petición popular, creo que va siendo hora de que exponga mi particular visión del mundo del toro y de todo el ruido que hay a su alrededor en estos turbios tiempos.
Tiempos de trincheras, de blanco o negro, de etiquetas absurdas y de hipocresía... sobre todo, mucha hipocresía.

Se podría decir que, si etiquetas debemos colgarnos, yo tendría que ponerme la de taurino.

La afición de mis mayores me hizo vivir desde muy pequeño un ambiente de aficionados taurinos y, por aquellas cosas de la vida, llegar a conocer a alguna que otra figura del toreo.
Lo he vivido desde dentro y estoy obligado a decir que es un mundo anticuado para lo bueno y para lo malo.
Un mundo inmovilista, tradicional a veces hasta el extremo y con un aire que algunos definirían como rancio y otros como añejo.
También pueden caber adjetivos como machista, intransigente y trasnochado.

Pero también es un mundo que sigue manteniendo unos valores que, por desgracia, cada vez abundan menos.
Nobleza, transparencia, educación, saber escuchar, afán de superación, valor y respeto.
Respeto ante sus iguales y rivales, respeto ante el aficionado, respeto reverencial ante sus mayores y, aunque a muchos les cueste entenderlo, respeto por los animales.

Comprendo perfectamente que la gente que no conozca la idiosincrasia del mundo taurino no pueda entender el hecho de poder respetar a un animal al que luego vas a infligir daño alguno. De verdad que lo entiendo, porque dicho así es completamente incompatible.
Pero si todos los antitaurinos se preocuparan de escuchar a la gente del toro, en vez de caer en topicazos facilones, se darían cuenta de muchas cosas.
Muy pocos cambiarían su opinión respecto al maltrato animal, eso es evidente, pero al menos hablarían desde un conocimiento que les permitiría, lo primero, entender el porque de muchos aspectos para ellos desconocidos y aberrantes.
Les permitiría ver a los toreros como personas normales, y no como asesinos despiadados que ademas van dando patadas a los gatitos que encuentran por la calle.
Podrían llegar a entender como un torero puede respetar hasta la veneración a un toro. Como algunos han llegado a tener conflictos interiores graves por haber tenido que matar a un gran toro, el cual le ha proporcionado un triunfo glorioso debido a su casta y su bravura.
Verían también como la mayoría de ellos viven por y para los animales, en sus fincas, rodeados de caballos, perros y cualquier tipo de ser vivo.
Como cuidan de ellos y el amor que les profesan.
Gente en definitiva normal. Pero cargando con la paradoja de que su modus vivendi acaba con la muerte de un animal al que adoran.

No quiero justificar con mis palabras el maltrato animal, ni mucho menos.
En ese aspecto el debate esta muy claro.
En una sociedad avanzada no puede caber un espectáculo de ocio en el que se utilicen animales.
Sufran mas o menos, se les trate mejor o peor... no cabe.
Ni las corridas de toros, ni los circos, ni los zoológicos, ni los programas de la tele donde llevas a tu mascota a hacer el pino con las orejas...
Simplemente no cabe.

Pero tengo que reconocer que el mundo toro me puede.
No soy de los que califican de arte las corridas de toros. Creo que va mucho mas allá.
Es la lucha ancestral entre el hombre y la bestia. El poder y la supremacía de una especie sobre otra en pugna justa. Ya que la muerte del toro no otorga siempre la victoria al torero.
La victoria se consigue mediante el poder, el mando y el control de la situación.
El torero gana cuando hace lo que quiere y siente con el toro. Cuando es capaz de guiarle con su capote y su muleta al lugar y a la velocidad que el quiere. Despacio, mas despacio. Cerca, mas cerca... pisando los terrenos mas favorables para el animal y como "colofón" dándole una muerte rápida.

Quizás sea el peligro evidente, o morbo ante una posible cornada, el hecho de ver un tipo jugándose la vida, la liturgia o lo pictórico que pueda resultar la danza de los dos rivales, no lo se... 
Pero la realidad es que las corridas de toros tienen un componente especial.
Un embrujo tan irrefrenable como para obviar el sufrimiento del animal.
Un embrujo capaz de nublar corazón y mente.

Un componente que a lo largo de la historia a embrujado a tantísima gente de tantísima condición social, política o económica.

Y aquí es cuando llegamos a la bacanal de hipocresía que habitualmente se esconde detrás de caceroladas tele dirigidas por nuestros grandes gurús de la progresía  o de hashtags utilizados para limpiar nuestra conciencia en 140 caracteres.

En la actualidad el movimiento antitaurino o animalista esta mas de moda que nunca. Y digo bien... moda.

Partidos políticos y plataformas diversas provinientes de la izquierda han encontrado un filon en la sensibilidad de la gente. Sobre todo de la gente joven.
Han polarizado habilidosamente el debate, como hacen casi siempre y con gran eficacia, y han decidido que ser taurino es sinónimo de ser fascista, asesino e inculto. Y así lo están explotando.

Que no os engañen. Les importa una mierda los toros y su "maltrato".
Lo único que hacen es instrumentalizar vuestros sentimientos en busca de un voto.
La prueba la tenéis en Pamplona. Alcalde  de Bildu con el apoyo de Podemos.
Espero que ninguno piense que van a acabar con los toros en Pamplona.
Y si Carmena fuera la alcaldesa de Pamplona, jamas se hubiera atrevido a atacar tan directamente el mundo del toro. Así de fácil. 

Podría poner cientos de ejemplos de gente muy de izquierdas y con una cultura y un coeficiente intelectual superior al 90% de los escritores que abundamos por las redes, que han sido grandes defensores de la tauromaquia.
Ernest Hemingway, Pablo Picasso, James Dean, Camilo José Cela, Joaquín Sabina, Andrés Calamaro, Mario Vargas Llosa, José Ortega y Gasset, Salvador Dalí, Fernando Botero... y así podría seguir poniendo ejemplos de muchísimas personas, quizás menos conocidas, pero también asociadas a la izquierda o al mundo de la cultura.
Por tanto la primera falacia es relacionar al taurino con la falta de cerebro o con una idea política concreta. 

Otro de los aspectos que no se cuidan demasiado en este tipo de maniobras es trabajarse un discurso coherente.
Y sin un discurso coherente no se puede convencer a una persona con cerebro de nada.
La doble vara de medir es alarmante.
Por un lado te están intentando convencer, y repito que con razón, de la aberración respecto al maltrato animal.
Pero cuando se les habla de gallinas hacinadas en jaulas para que podamos comer huevos a 1.50 euros la docena no tienen ni idea de lo que les estás diciendo.
Se les hace de noche cuando expones el debate moral de servirse de diversas especies de animales para beneficio humano, porque ¿quien decide lo que es moralmente aceptable y lo que no?.
¿Donde colocamos el listón
¿Es moral gastarse un dineral en unos zapatos de piel y marca pudiendo calzar materiales sintéticos?
¿Es moral comer carne sabiendo la pésima vida que tienen las reses de engorde en sus granjas?
Esta gente debería saber que su estilo de vida es totalmente incompatible con el buen trato a los animales y al medio ambiente.
Por desgracia, la evolución humana arrasa con todo lo que se encuentre a su paso, y eso preocupa bastante menos.
También se podrían poner mil ejemplos en este aspecto pero seria perder el tiempo... el que quiera entender, que entienda.

Y si esto tan básico no lo quieren entender, ya me diréis como se les puede explicar la paradoja real de sin corridas de toros no hay toros.
 Como todas las paradojas, es ta es otra putada.

Puedes calificar al hombre como insensible, egoísta, inhumano... da igual. Porque por muy injusto que le parezca a esta gente no quiere decir que sea una verdad como un templo. Me explico.
El toro de lidia es una raza animal diferente de los bueyes o las vacas de engorde.Hasta ahí supongo que me seguís.
Su única utilización posible son las corridas de toros por una sencilla razón:
los bueyes no embisten.
Como ganado bravo necesita unas condiciones de vida especiales, de las que SÓLO el toro disfruta, a saber:
Un hábitat cerrado gigantesco. Hábitat que se llama dehesa y que es característico de la península ibérica, y que tiene la particularidad que sólo lo hace rentable la cría de reses bravas.
Unos cuidados desde su nacimiento y unos "mimos" de los cuales SÓLO el toro de lidia disfruta. El toro recibe un tratamiento equiparable al de un deportista de élite.
Todo este proceso dispara el coste de la cría de ganado bravo. Coste que se sufraga con la venta de dicho ganado a los precios nada despreciables de 9000 euros por cabeza como mínimo. 
Ese coste hace inviable su cría para otra cosa que no sean los espectaculos taurinos.
Y sin la existencia de espectáculos taurinos, ¿quien criaría reses bravas?
Es fácil adivinar que la especie se vería reducida a unas cuantas parejas hacinadas en un puñado de zoológicos.

Y esa es la terrible paradoja.
El antitaurino, en su afán respetable de querer impedir el maltrato animal, está luchando por algo que, en último término, desembocaría en la extinción de la especie.
Por lo que, aunque suene cruel y trágico, los antitaurinos tendrían que hacer una reflexión interior y pensar que tienen que decidir entre dos posturas antagónicas que, paradógicamente llevan a un mismo fin.
Una de ellas es asumir los 20 minutos de "tortura" del toro en la plaza a cambio de cinco años de vida plácidos. 
La otra es librar al toro de esos 20 minutos de horror a cambio de la desaparicion de toda una especie.

Menuda putada ¿verdad?

Se podría hablar también de poner al mismo nivel a personas y animales, incluso a veces poner por encima la vida de un animal a la de una persona.
Deseando la muerte de toreros y taurinos.

De la contradicción de defender la vida de un animal y a la vez no moverse un pelo del flequillo cuando declaran estar a favor del aborto.Que sin entrar a debate profundo, a mi me parece que cuanto menos, tiene un ratillo de reflexión.

De la comodidad y la cobardía de sólo protestar y hacer ruido contra quien sabes que no corres peligro, y sin embargo mirar hacia otro lado en temas que merecerían su atención, como las peleas de gallos. Pero claro, ir con una pancarta gigante en contra de las peleas de gallos en cualquiera de los poblados gitanos de España requiere un par de pelotas.
Es mucho mas fácil tirarle un bote de pintura a un rejoneador y poner pingando un caballo. Buena manera de defender a los animales.


Lo único que pido desde estas lineas es conocimiento, analisis y coherencia.


Es posible que el ser taurino me convierta en peor persona, no lo se.
De lo que si soy consciente es que en mi razonamiento no cabe ni una brizna de hipocresía.

¿Podéis decir todos lo mismo?


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2 comentarios:

  1. Yo también soy taurina.Amo los animales sin perder la perspectiva.Complicado explicarles a esta gente que el animalismo y el ecologismo son dos conceptos totalmente antagónicos.No se puede ser ecologista y animalista.

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  2. Cuando alguien no es capaz de escuchar, se hace muy complicado.
    Llevas toda la razón

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